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La forma que emerge

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por Amanda Peña
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La forma que emerge plantea la exploración de lo rural desde el trabajo del material cerámico a partir de tres líneas de investigación. En primer lugar, y como base desde la que originar este proyecto, se ha realizado un estudio teórico en relación al patrimonio cerámico en la provincia de Ciudad Real, atendiendo con mayor interés al área de la comarca de Puertollano. Con esta primera investigación se ha pretendido reconocer aquellos modos de hacer, técnicas y tipologías cerámicas tradicionales así como decoraciones y símbolos que caracterizaron la identidad alfarera de la región. Un
primer enfoque hacia el objeto artesano derivó, como consecuencia, en un interés por el conocimiento de aquellos centros de producción alfarera de mayor relevancia. Esta segunda aproximación ha dado como resultado una paralela investigación en torno al patrimonio industrial, su afectación al entorno e historia local, así como su necesaria reivindicación frente al abandono institucional.


En segundo lugar un análisis del trabajo artesano, desde el sentido práctico y técnico de una labor y un oficio, condujo este proyecto hacia una investigación artística enfocada en los modos de hacer: reconocer qué caracteriza a la práctica artesana (repetición, mecanización, falta intencionada de experimentación, de individualidad…) y estudiar la figura del artesano. Llevar estas cuestiones de manera transversal al propio desarrollo práctico y conceptual de mi proyecto es reconocer el “no hacer artesano” como método propio de trabajo. Planteando este proyecto desde una contradicción: cómo no hacer artesanía desde un estudio de los modos de hacer artesanos, precisamente reconociendo qué se puede aportar al entorno rural desde esta
posición.


Finalmente, mi contexto actual marcado por el trabajo con los moldes cerámicos y su relación con la industria y producción cerámica, ha trasladado mi interés por estos modos de hacer hacia mi práctica artística. El debate histórico entre el trabajo manual artesano y el trabajo automatizado del molde, con sus consiguientes connotaciones despectivas, surge de nuevo como plataforma desde la que trabajar la dualidad sobre la que se asienta este proyecto.

Texto curatorial de Sandra Val

Una serie de estructuras surgen del corazón de la tierra, como si fuera una manifestación de la propia naturaleza. Las arquitecturas circulares y concéntricas de Amanda Peña se elevan hacia el cielo, desafiando la gravedad y la lógica. Es como si hubiera encontrado una forma de fusionarse con la tierra mismo, creando una obra que media entre lo orgánico y geométrico. Las líneas curvas y sinuosas de sus estructuras parecen brotar de un estrato inferior, como si fueran raíces que se han transformado en columnas y otros vestigios arquitectónicos. Sus estructuras verticales, a las que dedica una notable presencia escénica para esta exposición, no solo son una forma de expresión artística sino también un espacio que invita a la reflexión y la contemplación. La forma de posicionar este conjunto de estructuras en el espacio nos remite sin duda a las siete torres (en este caso diez) del artista Anselm Kiefer, unas estructuras que pertenecen al pasado o al futuro, pero no sabemos si al presente, cuya ordenación cabalística permite un número infinito de conjeturas. Al igual que Kiefer, sus "torres" parecen referenciar ciertos niveles de espiritualidad, conformando una potente combinación entre arte y mística, un desafío ala inteligencia.

 

Amanda Peña posee una especial fascinación por la chimenea industrial, concretamente en el enclave manchego de Puertollano, símbolo del patrimonio industrial. Una construcción que irrumpe y otorga una especial identidad en el paisaje. Es sin duda un recordatorio a las raíces de esta artista, lo que la lleva a profundizar sobre el patrimonio en esta área rural. A ello se suma el papel de la elaboración de piezas cerámicas y de ornamento, el objetivo utilitario y decorativo o la producción de tinajas, algo en lo que Peña se apoya para reinterpretar la historia de la región, otorgando nuevos significados, revisitando la identidad cultural y la memoria, lo que conduce a la posibilidad de crear nuevas narrativas visuales, algo especial en el trabajo de un artista.

Queda latente, por el sentido reduccionista de las formas habituales en sus esculturas, que el ser humano hubiera hecho un ejercicio de "rehacer" una gran acumulación de partículas, aquellas que podían pertenecer a un caos y que hubo que volver a reorganizar, para evitar un universo falto de cohesión y de sentido. Allí donde el ser humano, después de una etapa de rendición, puede lograr contribuir con una reparación coherente, aportando de nuevo fe al mundo de lo material. En esta misma línea conceptual, presenta su instalación Pozos y Castillos, un ejemplo notable de cómo su obra puede evocar la mineralización de la tierra y el paisaje industrial en relación con lo rural. Estas cerámicas por su forma y textura o concretamente por su manera de jugar con los esmaltes nos recuerdan a algo férrico, algo metalúrgico, como su estuvieran excavadas directamente de la tierra. Esta fusión de lo natural y lo industrial crea un diálogo interesante entre la naturaleza y la intervención humana, invitando al espectador a reflexionar sobre la relación entre el paisaje y la actividad industrial. Aquí de nuevo, volvemos a señalar la importancia de contextualizar el trabajo artístico de Amanda en su enclave geográfico, donde la industria del carbón también tuvo un papel importante durante los siglos XIX-XX.

 

Amanda Peña reconoce en su proceso creativo el desafío que contiene la exploración de los modos de hacer que caracterizan a la práctica artesana, como la repetición y la falta intencionada de experimentación, pero también busca distanciarse de la tradición artesanal al adoptar un enfoque al que ha denominado en anteriores proyectos, un "no hacer artesano". Este método propio de trabajo le permite fusionar la conceptualización y la práctica, creando obras que son a la vez visualmente impactantes. Esto no quita de su interés por mostrar los entresijos de su proceso creativo, invitando al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de su obra, la que hace convivir de una manera lúcida, con la propia idiosincrasia del Museo Ruiz de Luna.

¿Cómo fue tu paso por la residencia en Alcaraz?

 Al pensar en aquellas dos semanas de convivencia me viene a la memoria el sol poniente desde lo alto de Alcaraz [...]  Y todo aquello nos envolvía: el almagre, el campo seco, el sol. Y de ahí construimos nuestra relación con el pueblo, con nosotros, con el paisaje. [...] Me siento muy agradecida por las conversaciones que despertaron las actividades propuestas, por lo que aprendí de mis compañeros y por lo que aprendí de las personas que nos acompañaron durante aquellos días. 

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Amanda Peña es ceramista y artista visual natural de Puertollano, Ciudad Real. Su trayectoria artística se encuentra ligada al estudio del material cerámico desde sus posibilidades plásticas y expresivas, así como su vinculación con los saberes y formas de hacer asociados a la tradición y herencia cultural artesana.

 

Su interés por el mundo funcional de los objetos le lleva a entablar relación a una temprana edad con el reconocido Maestro Artesano Virgilio Vizcaíno, con quien comienza a aprender cerámica en el alfar de su localidad. De estos primeros contactos con el barro como material surgiría su fascinación por los saberes y conocimientos artesanos, una línea de investigación que mantiene durante su formación académica en Madrid, ciudad a la que se traslada para comenzar su formación profesional en los estudios de Bellas Artes (Universidad Complutense de Madrid). Con el objetivo de ampliar su formación técnica, comienza los estudios de Cerámica Artística en la Escuela de Arte Francisco Alcántara de Madrid, donde se especializa y profundiza en el trabajo con el material cerámico.

 

En la actualidad completa sus estudios con una beca de formación y estancia en la ciudad portuguesa de Caldas da Rainha. Lugar donde desarrolla una línea de trabajo en torno al molde cerámico de la mano del ceramista Hugo Graça, Estudio 105 Ceramic Lab. Paralelamente, fue seleccionada en 2024 como una de las artistas del programa Alumbra Rural, una participación que ha influenciado su actual línea de investigación en torno al legado patrimonial, su impacto en el paisaje local e influencia en la memoria colectiva de una comunidad.

 

A lo largo de su trayectoria artística ha participado en diversas exposiciones colectivas destacando su participación con obra cerámica en la exposición Nosotros (2022) en la galería de arte Verónica del Hoyo y Colino, Madrid, o su selección en el Certamen Nacional de Cerámica N.A.C.E. (2024) de la ciudad de Navarrete, La Rioja.

 

En el ámbito de la mediación cultural, su interés por la divulgación del conocimiento artesano, así como sus paralelos estudios en Historia del Arte por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y Master de Formación del Profesorado en Educación Secundaria (Universidad Complutense de Madrid), le lleva a impartir diferentes talleres en colaboración con institutos de educación secundaria y centros culturales de la Comunidad de Madrid, construyendo una perspectiva docente desde la que se posiciona como artista educadora.

Amanda Peña

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Sandra Val es graduada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid (2011-2015) y Máster de Investigación en Arte y Creación (2015-2017). Destaca su participación en la Bienal Internacional de Cerámica de Corea 2021, donde recibe Mención de Honor. En 2022 ingresa en la I edición del programa de residencias de creación cerámica contemporánea Co-net Art CeramicRes, de L’Alcora y es seleccionada en la Bienal Internacional de Cerámica de Manises. En 2023 es invitada a participar en La Iberoamericana, Mujeres y Artes Visuales del siglo XXI y recibe el premio al proyecto ‘Habitar el camino’ en la II edición de Cultura Online por el Consorci de Museus de Valencia. Durante 2024 inaugura su exposición individual ‘Utopia Planitia 49.7N 118.0E’ en la galería Ginsberg+Tzu de Lima, Perú y presenta obra pública en la Plaza de Colón de Madrid, organizado por ADNFórum.  

Su trabajo ha estado expuesto en el Museo Barjola de Gijón, en el Museo C.A.V. La Neomudéjar de Madrid, en el Gyeonggi Museum of Contemporary Ceramic Art de Corea, en el Museo Nacional de Cerámica de Valencia y en distintas instituciones y galerías de España, Portugal, Costa Rica, Venezuela, Estados Unidos, Austria y Suiza.  

Sandra Val

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