Cerros testigos
por María Esteve Trull

Este proyecto explora la relación entre el cuerpo y el territorio a través de la experiencia sensorial y poética del paisaje. Mediante el caminar, la observación y la recolección de materiales, se busca registrar las huellas del tiempo y la memoria de los espacios naturales. A través de técnicas como el frottage y la impresión textil, se capturan rastros que dialogan con la historia y transformación del entorno.
La intervención del territorio es un eje central en la obra. Al incorporar telas en las botas de montaña, estas se convierten en soportes vivos que recogen la impronta del suelo, estableciendo un vínculo directo con la tierra. Asimismo, el gesto simbólico de trasladar un árbol de un lugar a otro refuerza la idea de desplazamiento, transformación y arraigo.
El proyecto se materializa en múltiples formatos: piezas audiovisuales, textos y registros visuales del recorrido. Más allá de la documentación, la obra propone una arqueología poética que invita a una inmersión sensorial en la naturaleza. El paisaje se experimenta no solo a través de la mirada, sino también mediante el cuerpo y la emoción, construyendo un testimonio vivo de la conexión entre el ser humano y su entorno.
Texto curatorial de Gustavo Insaurralde
Dicen que hay miradas que no se posan en los ojos, sino en las manos. Miradas que tocan, que tantean el mundo como quien busca un tesoro escondido y perdido. María Esteve nos conduce hacia ese territorio donde el hacer se convierte en forma de ver, y la creación deviene acto de escucha a través de la materia genuina, de la pulsión latente, del temblor de la tierra.
Durante su residencia en ãlumbra, la artista se sumergió en un proceso distinto: el desarrollo lento del trabajo manual, del diálogo con los materiales, de la observación que no busca dominar sino comprender. Allí, en ese espacio suspendido entre la luz y el silencio, su práctica se abrió a una nueva dimensión. Cada gesto se volvió pregunta; cada trazo, una manera de pensar con el cuerpo en el territorio.
La artista recorre su entorno -ahora y siempre- y recoge objetos con la disciplina de una arqueóloga. Pero su búsqueda no está guiada por la nostalgia ni por la posesión: es una práctica de observación. En cada fragmento, en cada resto, María Esteve encuentra un vestigio del paisaje que respira, de la materia que calla (o grita). Así comienza su diálogo con el mundo. Las obras que emergen de este proceso se imponen en la sala como una letanía que se escucha en el eco de un catedral. Hay en ellas una delicadeza que proviene del contacto sostenido, de la atención a lo mínimo. El color, la textura, la huella, no son meros recursos formales, sino vestigios del encuentro entre el cuerpo y el entorno, la materia y el soporte. En ese diálogo silencioso, la pintura deja de ser imagen para transformarse en presencia.
Mirar con las manos es también una reflexión sobre el acto de crear; sobre el misterio que ocurre cuando el ojo cede su hegemonía y el cuerpo entero se constituye en instrumento de percepción. María Esteve nos recuerda que el conocimiento más profundo nace de la intimidad del gesto que toca, que repite, que insiste. Este conjunto de obras se presenta como el rastro de una cartografía del aprendizaje sensible, donde cada pieza guarda la memoria del tiempo compartido. En las manos de María Esteve, la mirada se hace tangible y el paisaje se transforma en lenguaje; la materia, en testigo; el arte, en una forma de manifestación. Y en esa transparencia, el arte vuelve a ser lo que siempre fue: una forma de habitar el asombro.

¿Cómo fue tu paso por la Residencia en Alcaraz?
Un viaje profundo y transformador, una inmersión en la naturaleza y en mí misma. He desafiado mis propios límites, permitiendo que mi cuerpo se fundiera con el entorno. La naturaleza no solo fue observada, sino también tocada, sentida, olida [...] Alcaraz guarda bajo su superficie capas de historia, y en mi conexión con este lugar, surgieron nuevas formas de entender mi práctica artística, diluyendo las fronteras entre disciplinas.

Gustavo Insaurralde es un comisario y curador argentino originario del Chaco. Curador general de la Bienal del Chaco y asesor de la Fundación Urunday, ha desarrollado exposiciones y publicaciones dentro de la escena de las artes visuales del norte argentino, con proyección tanto nacional como internacional. Su trabajo lo ha llevado a colaborar con artistas y proyectos en Paraguay, Chile y Brasil. Entre sus intervenciones más destacadas se encuentran su labor en la Bienal de Esculturas de Resistencia y la gestión que hizo posible la llegada de la réplica del David de Miguel Ángel a la ciudad.
Gustavo Insaurralde
María Esteve (Valencia, 1998) es una artista cuya práctica se centra en la experimentación del concepto de paisaje, relatando una añoranza personal e íntima por la Naturaleza. Su trabajo busca transmitir emociones y experiencias sinceras, nacidas de la inmersión en diversos territorios y de su relación profunda con el entorno. Utiliza el paisaje como taller, el caminar como recurso creativo y la técnica del frottage para registrar la historia de los lugares que transita. Además, involucra a los habitantes locales en sus proyectos, generando un diálogo directo entre el arte y la comunidad.
Desde su infancia, María ha estado profundamente conectada con la Naturaleza, inspirada por recuerdos de momentos junto a ríos y la pintura de paisajes al natural. Se graduó en Bellas Artes por la Universitat
Politècnica de Valencia en 2020, habiendo realizado un intercambio en L’Accademia di Belle Arti di Bologna (2019). Más tarde cursó el Máster de Producción Artística en la Universitat Politècnica de Valencia realizando su segundo intercambio académico en l’ École Supérieure d’Art de La Réunion (2023) En esta última estancia, su práctica artística se orientó hacia el Land Art, experimentando directamente en la Naturaleza. También posee formación en Danza Contemporánea, lo que añade un enfoque corporal y performativo a su obra.
A lo largo de su trayectoria, ha participado en diversas residencias artísticas que han nutrido su investigación, como Cultura Resident (2022), Petricor II en Alicante (2024), CortexFrontal (2025). Entre sus exposiciones más destacadas se encuentran Paisajes emocionales (2024) en Valencia, Ecos del paisaje (2024) en Cantabria y Mapejat de Sant Cugat (2024) en Barcelona. Además, ha sido premiada en múltiples ocasiones, incluyendo el Primer Premio en el IV Certamen de Arte Efímero de Tudela (2022), el Premio QArt de Creación Artística Contemporánea en 2024 y el Premio Art Nalón 2025.
Su producción se ha mostrado en importantes eventos artísticos, como la Mostra Art Públic XXV (Valencia, 2022), el Premi Ibercaja de Pintura Joven (Zaragoza, 2022) y la MostraTest (Alicante, 2024). La obra de María Esteve refleja una sensibilidad especial hacia los paisajes deteriorados y su capacidad para generar memorias, tejiendo un vínculo entre el territorio, la historia y la comunidad.
María Esteve Trull




